26 febrero, 2007

Aquello incomprensible que compartimos

La mirada triste, la verguenza, un espectro que nos persigue a la ciudad que vayamos. Es una pobreza más allá de la guerra, del miedo. Parece un castigo autoinflingido. ¿Quién va a responder por este primer paso a la muerte?

Y mientras nosotros mirábamos aquella esquina donde el sol se ponía, donde era perfecto para que El Principito pudiera poner su silla de ver los atardeceres, al otro lado se oscurecía desde hacía ya tiempo.

Conozco este lugar; es más, pensé que se me había caído de la cartera y todos se daban cuenta de la amargura que llevo desde que supe que había nacido en un mundo injusto.

1 comentario:

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

Incomprensible, mas...
IRRESISTIBLE