29 octubre, 2006

La Despedida

Los días de octubre escogieron entre todos al domingo en que despedimos a Mireya Hernández rumbo al destino que ella pidió.

El mar de la ciudad la lleva de viaje en recorrido infinito por la América que la engendró. Sus pasos fuertes se han convertido en olas imparables, blancas olas que un día están aquí y al otro bañarán los pies de un desconocido.

Ella, la poeta, la mujer entregada al oficio de mirar, no se conformó con morir sin hacer un último verso, un verso tibio en el atardecer del domingo.

El mar se llenó de flores, se llenó de sus huesos, se llenó de poesía, y nosotros nos llenamos de Mireya Hernandez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es LUCY, quedamos llenos de su poesía, magia y compromiso
Saludos

Lucy Chau dijo...

Si, hombre, es uno de esos legados que van formando al país.